»Un paso que estrenó sus primeras fases en el año 2016 y que es obra del ecijano Miguel Ángel Balmaseda Rosa, maestro artesano en ebanistería. El paso, en madera de cedro real, barnizada en tonos caoba, es de gran sobriedad tanto en sus formas como en su ornamentación, presentando decoración a base de arcos de medio punto entre pilastras rematados por una cornisa y frontones de tipo clásico junto a chapiteles piramidales, una decoración de carácter arquitectónico de gran rigor geométrico y a base de volúmenes limpios que recuerda a las formas arquitectónicas del llamado manierismo clasicista o arquitectura herreriana. Ese neomanierismo se observa también en el templete que remata la urna destacando los motivos a base de serliana o en los tondos que centran cada flanco del trono del paso que albergan pinturas también de estilo manierista.»
( Fuente: https://amveracruzpalma.blogspot.com/2018/03/nuestras-hermandades-sabado-santo-santo.html?m=1)
Ha sido un proyecto realizado a lo largo de varios años en distintas fases. Posteriormente tras la ejecución de la canastilla se realizaron los cuatro faroles siguiendo las formas y estilo renacentista del paso. quedando integrados en el conjunto. Por último, en el año 2023 realicé una nueva urna acorde al paso, estrenada en salida procesional en la Semana Santa dicho año.
PRESENTACIÓN DEL PASO EN SU PRIMERA FASE, 2016
Respecto al diseño, se plantea en estilo renacimiento, basándose en la arquitectura palladiana, y se llevará a cabo igualmente en madera de cedro real de Brasil de primera calidad. En concordancia con la idea central, que imagina el conjunto del paso como una unidad de profunda simbología eclesial y funeraria, el diseño de la canastilla se asemeja a la fachada de un gran templo rectangular, con las esquinas ligeramente truncadas. Cuatro óculos ocuparan los centros de simetría, que se completan en cada testero con hornacinas entre pilastras, hasta un total de veinticuatro a lo largo de todo el perímetro. Las esquinas tendrán otro tratamiento, resolviéndose con pinjantes, tallados con el anagrama JHS, y amparados por un vuelo de resalte de la cornisa superior. Esta se corona con veinticuatro pináculos a eje sobre pilastras, que se enlazan con frontis triangulares sobre las hornacinas, y elementos singulares sobre los óculos y esquinas. El planteamiento previsto es que los huecos generados, hornacinas y óculos, cobijen determinadas pinturas al óleo relativas a la pasión de Jesús.
En el tema de pinturas se prevé la ejecución de las mismas en dos fases; los óculos con la entrega de la obra, y las que embellecerán las hornacinas en una entrega posterior. Inicialmente para las hornacinas se estudia la posibilidad de representar a los apóstoles, los ángeles turiferarios, etc. Para los dichos cuatro óculos se han ejecutado al óleo y sobre tabla, en el frente, la Santa Faz, símbolo de Jesús como verdadero Dios y verdadero hombre, imagen que representa el prodigio y los sufrimientos. En el faldón trasero, María como Madre Dolorosa, corredentora y representación de las penalidades y esperanza del Alma Cristiana. En el testero derecho, San Juan, y San Pedro en el izquierdo. Todas las pinturas, al óleo y sobre tabla, realizadas por el reconocido artista Amadeo Rojas.
La Urna, el recinto acristalado donde yace Jesús se mantiene sin cambios, salvo los epidérmicos de tono y barnizado; pero se le realza con una estructura en madera de pino Flandes, buscando la elevación gradual del conjunto, y que facilita la distribución del exorno floral así como la exposición de la misma; igualmente se le añade un remate en templete, que describiremos como cuerpo superior, y merece una descripción singular. Su interior se verá realzado por la inclusión de una pintura al óleo, concretamente un ángel con filacteria alegórica al pasaje del Génesis capítulo 28, versículo 17: “ Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”
En cuanto al cuerpo superior, se encuentra Instalado sobre el plano opaco superior de la urna; este se conforma a semejanza de un templete, idealizado en el sentido de caracterizarlo como un elemento porta custodia, de alto significado simbólico. Consta de un cuerpo de base cuadrada sobre planta rectangular, con cuatro huecos de arcos de medio punto sobre pilastras, dos de ellos coronados con frontis triangular, apoyados en columnas pareadas de orden dórico, y gradas exentas; y sobre este cuerpo un ático cilíndrico y calado a cuatro caras con pilastras dobladas intermedias, rematado con una cúpula semiesférica peraltada; todos los planos de cubierta van rematados con pináculos duplicados, en las esquinas del primer cuerpo sobre las pilastras se colocan sencillos, así como la correspondiente aguja en el punto más alto de la cúpula. Igualmente se ha ejecutado todo en madera de cedro real, que ha sido tallado, torneado y sobrepuesto los distintos elementos.
El tratamiento final del conjunto en concordancia con el fin fúnebre que caracteriza la obra, se ha impuesto el criterio de oscurecer toda la madera con tintes orgánicos tradicionales solubles al agua, hasta alcanzar el tono solemne previsto. Se remata esta fase con el barnizado y encerado de la obra. Procede indicar que varios de los elementos arquitectónicos del conjunto se han realzado decorándolos con pinturas que imitan carey rojo; material que por su alta calidad y elegancia ennoblece el conjunto.
Mención especial merece la simbología, la exposición pormenorizada de los elementos simbólicos que han sido tenidos en cuenta al realizar las partes ya descritas, varas para porteadores, canastilla, y templete de remate, será mejor entendida partiendo de la mención de sus antecedentes, con los que tienen solución de continuidad.
Efectivamente, gran parte de la obra concerniente a esta iglesia de Santa Ana de la que me considero partícipe, llevada a cabo durante el año 2014 lleva implícita en su diseño importantes elementos simbólicos. A título de ejemplo sintetizaré lo publicado en su día, en mi página profesional de Facebook, con respecto a mi diseño de la veleta de la torre; la esfera de base representa el mundo, y sobre ella se montan varios elementos, tales como la Rosa de Jericó, la rosa de los vientos, el Ángel Anunciador, la flor de lis, etc. Todo ello entroncado con los fundamentos de la colonización de Cañada Rosal y la fe cristiana.
Centrándome en el diseño del paso, éste puede equipararse a la descripción de la Jerusalén Celeste contenida en el Apocalipsis de San Juan (Cap. 21). La obra puede contemplarse como un mensaje de esperanza: la muerte de Jesús no ha sido en vano, pues es la puerta para la Jerusalén Celestial, por eso el ángel porta en la filacteria la cita del Génesis.
La figura de la Jerusalén Celeste se ajusta particularmente a la historia de Cañada Rosal. Pues sus fundadores vinieron de tierra lejanas buscando un lugar de nueva instauración marcado por la igualdad y la justicia. Recuerda la opinión de varios Padres de la Iglesia, cuando afirmaban que la vida era una peregrinación continua en busca de la Ciudad de los Justos.
Como ya se adelantó, la canastilla representa el templo que cobija a toda la cristiandad, a la que redime la Muerte de Jesús. Por su mismo carácter de templo, se enfatizan los elementos constructivos, de forma que las hornacinas representan las puertas que se abren a todos los pueblos del orbe; los óculos se destinan a resaltar a las figuras más trascendentes de la Pasión. Las cuatro esquinas, los cuatro puntos cardinales, van singularizados con pinjantes que se sustancian con el anagrama de Jesús Hijo Salvador y la Santa Cruz sobre él, flanqueados por piezas torneadas que representan a María y a Juan; en la parte baja aparecen tres lágrimas que sugieren las clavos que traspasan el Divino Cuerpo; la cornisa que los resguarda se convierte en dosel de respeto; el conjunto se culmina con frontis curvo que abraza una copa, o cáliz, que recogerá la sangre derramada de Cristo.
Toda la cornisa superior se completa con frontis triangulares, sobre hornacinas, y pináculos sobre pilastras; su verticalidad potencian el carácter fúnebre y espiritual del templo.
El templete de remate, es un trasunto del Santo Sepulcro, lugar físico del entierro de Jesús y al mismo tiempo prefiguración de la Gloria y de la Ciudad Celeste, debe entenderse como la representación material de la iglesia como Madre y Maestra; tal la cúpula que evoca el Vaticano; y la aguja de esbelto diseño, el contacto directo con Dios Padre.
Es evidente que, desde su inicio, el paso procesional del cuerpo yacente de Nuestro Señor ha tenido un simbolismo patente, ya que la urna, insólita en cuanto a realidad histórica, viene a significar con potencia el respeto, de orden elemental, al sagrado Cuerpo; pero poco más puede incluirse en este capítulo, si acaso la singularidad de las varas exteriores que posibilitan a los porteadores su traslado. Efectivamente, el cadáver de Jesús debió ser conducido hasta su sepulcro de forma semejante. Lo que viene a representar, en rigor, un simbolismo directo, es decir semejanza real del hecho representado.
En el nuevo ordenamiento de la canastilla (representación de las muy elementales parihuelas, que lógicamente intervinieron en el suceso real) se han creado elementos más complejos, y es evidente que no por un virtuosismo estético que a la postre resultaría superfluo, sino por la decidida voluntad de enriquecer esta apartado, sin duda el más abierto a la creatividad artística del sagrado evento.
La historia de nuestro cristianismo, desde el principio inmediato, ha adoptado múltiples símbolos como una forma de didáctica lección visual, o catequesis, de los abundantes elementos complementarios de la doctrina que lo admiten. No he pretendido nada más que continuar con la tradición.
En Cañada Rosal, Parroquia de Santa Ana. Marzo de 2016
Miguel Ángel Balmaseda Rosa.-









